El episodio que protagoniza el diputado autonómico ibicenco Maxo Benalal es muy de lamentar y no es extraño que la dirección de Ciudadanos haya optado por suspenderle de militancia, por ser presuntamente el instigador del golpe de estado interno contra la portavoz de su grupo parlamentario, Patricia Guasp, en favor de Marc Pérez-Ribas.
Es cierto que de los cinco integrantes del grupo de Ciudadanos en el Parlament, tres apoyan a Pérez-Ribas y dos a Guasp, pero las explicaciones que los tres diputados han ofrecido para tratar de derrocar a la líder autonómica de su formación no son convincentes ni claros.
Hablan de corregir “la disfuncionalidad” en el seno del grupo, pero no explican en qué consisten tales disfunciones. Y la sensación que se da a los votantes es que el cabeza de lista de Cs en las últimas elecciones autonómicas, Marc Pérez-Ribas, ha aprovechado los “problemas dietéticos” del diputado ibicenco, para inclinar la balanza a su favor y derrocar a Guasp. La imagen que el partido está ofreciendo no parece importarle lo más mínimo, lo que contribuye a propagar la sensación de que Cs es ya una “calça desfeta”.
El Parlament reclama a Benalal 15.000 euros por dietas indebidamente percibidas en 2020, que es casi la mitad de los 36.000 euros que cobró en concepto de pernocta, manutención y otros gastos, al margen de su sueldo de 67.000 euros anuales como secretario segundo de la Mesa del Parlament. Ante esta reclamación, Benalal no habría recibido el apoyo de Patricia Guasp, por lo que decepcionado, animó a Pérez-Ribas a asaltar la portavocía del grupo parlamentario. No hay más y por eso ha sido suspendido de militancia, algo que según parece él va a recurrir y está en su derecho.
El Parlament reclama a Benalal 15.000 euros por dietas indebidamente percibidas en 2020, que es casi la mitad de los 36.000 euros que cobró en concepto de pernocta, manutención y otros gastos, al margen de su sueldo de 67.000 euros anuales como secretario segundo de la Mesa del Parlament»
Pero, paralelamente a ese recurso, no estaría de más que ofreciera una rueda de prensa en Ibiza, donde reside la ciudadanía gracias a cuyos votos él ocupa un escaño en el Parlament fabulosamente bien remunerado, y explique con detalle sus “problemas dietéticos” por los que la Cámara le considera perceptor de 15.000 euros indebidos en concepto de dietas.
Afirma el coordinador de Cs en Ibiza y vicepresidente 2º del Consell d’Eivissa, Javier Torres, que llevan tiempo pidiendo explicaciones a Benalal pero que este no da la cara, por lo que debería entregar su acta de diputado ya que consiguió su acta bajo el paraguas de Cs. No le falta razón y si Benalal se dignase a salir de su escondite y compareciera públicamente para ofrecer su versión, podríamos ponderar sus razones para pasar al Parlament dietas que presuntamente no le corresponden y que ahora le son reclamadas.
No le falta razón y si Benalal se dignase a salir de su escondite y compareciera públicamente para ofrecer su versión, podríamos ponderar sus razones para pasar al Parlament dietas que presuntamente no le corresponden y que ahora le son reclamadas.
Dado que no lo hace, Benalal no puede endosar la responsabilidad de su clamoroso silencio a ninguna campaña antisemita por su nítido y muy legítimo posicionamiento sionista, ni atribuirse el papel de cabeza de turco, sino que debe dar la cara y explicar por qué reclamó 36.000 euros en 2020 (una media de 3.000 euros al mes al margen de su sueldo).
¿No le pareció que con su opulento salario de 67.000 euros anuales, inalcanzable para la inmensa mayoría de sus votantes, ya era suficiente? Parece que no y prefirió ponerse “a dieta”, aunque en lugar de perder peso, lo ganó.