Lo que está debajo del mar no se ve. Por eso consideramos que uno de nuestros objetivos es enseñar y concienciar sobre la riqueza natural que reside en el fondo de nuestra bahía. La biodiversidad marina que también nos da vida a nosotros, una población que vive del turismo, de un turismo que nos visita por la belleza de nuestros bosques, la blanca arena de nuestras playas y, sobre todo, por nuestras aguas transparentes y limpias.
Durante 15 días las aguas fecales de la parte sur de la bahía han ido directo al mar, sin depurar, y es nuestra responsabilidad, ya que nadie más lo hace, enseñar a la población lo que está pasando. Miles y miles de metros cúbicos de aguas fecales han sido vertidos directamente a la bahía, cubriendo el fondo y la posidonia con heces, papel higiénico, toallitas, detergentes, incluso aceites; en fin, todo lo que las personas tiramos al WC o a través de las pilas de la cocina.
Las depuradoras no dan abasto, las canalizaciones están obsoletas y se rompen, los emisarios están agujereados y las inversiones en el sistema son mínimas, a pesar de que los habitantes de la isla de Ibiza pagamos cada año millones de euros en concepto de canon de saneamiento. Un impuesto cuya recaudación debe ser destinada íntegramente, deducidos los costes de gestión, a la financiación de las actuaciones de política hidráulica que sean competencia del Govern de las Illes Balears, según reza su definición.
Esta situación no va de colores políticos, es un problema que arrastramos desde los años 70 y que nadie ha sido capaz de arreglar. No nos damos cuenta de que estamos enterrando debajo del mar miles de metros cúbicos de heces y toallitas. Es nuestro futuro y el de las próximas generaciones.
¡No buscamos culpables, buscamos soluciones, y tanto el Govern Balear como los ayuntamientos han de ponerse a trabajar de inmediato y conjuntamente para que esto no vuelva a pasar nunca!
Las personas que vivimos en Ibiza debemos decir basta. Merecemos tener un sistema de saneamiento correcto, proporcionado, mantenido y que funcione, independientemente de quién lo gestione. Es más, lo estamos pagando todos con nuestros impuestos: las empresas, los particulares y hasta las propias administraciones insulares.
Si pretendemos seguir viviendo del turismo, este “atentado” contra la bahía debe servir como punto de inflexión para que las cosas comiencen a cambiar desde este mismo momento.
Sin duda, nuestra sociedad y nuestra isla merecen algo mejor.