Woody Allen, con su habitual causticidad, dijo una vez que odia la realidad, pero que es el único sitio donde se puede comer un buen filete. Algo así nos ocurre en Ibiza, que estamos hastiados de la isla que nos toca vivir en temporada, pero es la que nos alimenta y el único lugar donde algunos creemos que podemos sentirnos felices. Sin embargo, el debate acerca de los límites que deben imponerse para no seguir creciendo hasta el infinito, en una isla ya colapsada desde múltiples puntos de vista, está a la orden del día. Y no son pocos los ibicencos que se muestran partidarios de parar en seco e incluso decrecer.
En contraste con este sentimiento, me da la impresión que mucho más extendido de lo que algunos piensan, el mensaje continuista y desarrollista de determinados empresarios, que retoman discursos que ya parecían superados y que, ante la realidad del presente, resultan anacrónicos, ridículos y estomagantes. Especialmente porque en sus palabras, además, tienden a confundir sus intereses particulares con los generales y piensan que los ibicencos somos tan lerdos que no lo advertimos.
Hace algunas semanas, el empresario Abel Matutes junior ofreció una charla en Ebusus donde volvió a apostar por el golf para desestacionalizar en invierno y se mostró partidario de construir tres o cuatro campos para que los aficionados tengan para elegir, según sople el viento. Es importante subrayar que sus argumentos están directamente vinculados a la corriente que defiende el cambio de modelo turístico que llena hasta los topes los bolsillos de algunos, pero que está empobreciendo progresivamente a la clase media ibicenca. De nuevo, lo particular confrontado con lo general.
En Ibiza se está sustituyendo un turismo familiar que pasaba diez, doce o catorce días en la isla, por otro con una media de estancia de tres o cuatro a lo sumo, que gasta cantidades muy elevadas de dinero, pero solo en determinado tipo de negocios. Los primeros tenían tiempo para todo: disfrutar de la playa, salir de fiesta, comer en los restaurantes, ir de compras, conocer la cultura local… Los segundos, al reservar estancias mucho más reducidas, se alojan en hoteles de lujo y van de fiesta a los beach clubs y las discotecas, pero prácticamente nada más. La cultura, la gastronomía, el patrimonio y la historia de la isla importan un comino. Son decenas y decenas de miles, y por supuesto no todos millonarios, pero vienen a Ibiza a vivir como tales, aunque solo sea por un par de días, antes de retornar a una realidad mucho más mundana.
Se suponía que la panacea del turismo de lujo era que podríamos generar más ingresos con menos turistas, reduciendo por tanto los niveles de saturación. Pero la realidad es que, en este sentido, estamos peor que nunca. Es cierto que hay negocios familiares que obtienen unos beneficios mucho mayores, pero no dan abasto y tienen muchos más problemas que antes. Y con tanto lujo, hemos acabado atrayendo a los buitres de las multinacionales y los fondos de inversión, que abren establecimientos orientados a este mismo segmento uno tras otro, además de adquirir negocios tradicionales y propiedades inmobiliarias para travestirlos con idéntico objetivo.
El resultado todos sabemos cuál es: un brutal encarecimiento de la vida que hace inviable que muchas familias puedan seguir residiendo en la isla o trabajando en temporada. En los años ochenta y noventa, con la mitad de turistas y residentes, Ibiza tenía una de las mejores calidades de vida del país, como reflejan las estadísticas oficiales de entonces. Hoy, tras dejarnos arrastrar por esta sed de crecimiento exacerbado, vamos camino de situarnos en el furgón de cola.
Uno de los principales defensores de esta deriva perversa, ahora nos instruye sobre el rumbo que Ibiza necesita: tres o cuatro campos de golf para desestacionalizar. De nuevo lo particular confrontado con lo general, por parte de alguien que, por cierto, tiene paralizado un campo de golf en Platja d’en Bossa. Si tanto interés hay en atraer turismo de invierno, ¿por qué no prolongar la apertura de los negocios que ya existen, comenzando por los suyos?
El mantra de la desestacionalización, en todo caso, me da la sensación que ya cansa. Los ibicencos llegamos al otoño agobiados y extenuados, y, por tanto, dudo que, mientras no se reduzca la concentración de turistas en verano, haya alguien dispuesto a renunciar a la tranquilidad del invierno; a tener la isla para nosotros solos, aunque sea unos meses.
Uno de los argumentos más grotescos empleados para justificar la construcción de todos estos campos de golf es que “en Ibiza tiramos el equivalente al riego de dieciocho campos de golf al día de agua desalada al mar”. Por tanto, no nos vendrá de desperdiciar lo necesario para regar tres o cuatro más. «Pero es que, además, cuando utilizas agua ya depurada para regar un campo de golf lo único que estás haciendo es rellenar de nuevo las capas freáticas. Además, en cuanto el agua atraviesa tres metros de tierra, ya está totalmente depurada”, dijo.
He ahí la solución al grave problema del agotamiento de los recursos hídricos en la isla. Arrojemos todos los días toneladas y toneladas de agua por los campos, para rellenar las capas freáticas y que así de nuestros pozos vuelva a manar abundante agua dulce. No importa que esa agua esté salinizada y contaminada por la sobreexplotación, o que arrastre consigo todos los fertilizantes y químicos necesarios para que el césped de un campo de golf sobreviva a la canícula ibicenca. Todo ello, sin entrar a debatir la importancia de conservar nuestros paisajes, sin transformarlos como si esto fuera Escocia. Ya hemos arrasado una parte sustancial de nuestro territorio, se impone la necesidad de conservarlo.
El hotelero incluso retó a cualquier ecologista a debatir el daño que un campo de golf hace al medio ambiente. Le contestó desde un medio de comunicación nacional nada más y nada menos que Fernando Valladares, reputado científico del CSIC, doctor en Ciencias Biológicas y experto en cambio climático, con una retahíla de argumentos científicos incontestables. El ibicenco contraatacó desde la ignorancia, mofándose de él en las redes sociales y diciéndole que no volviera a Ibiza para no generar una mayor huella de carbono. A mí me daría vergüenza.
Xescu Prats
3 ó 4 no se yo, pero uno como mínimo no molestaría. Aquí cada uno tiene su opinión y se cree con la verdad absoluta. Pero el Xiscu este no debería pretender hablar en nombre de la mayoría de los ibicencos. Hay tantos a favor de los campos de golf como en contra. Y si, a veces resulta vergonzoso ver que todo el mundo tiene un precio. Esto se calienta y ya vienen las elecciones.
Ya hay uno y no es que sea un gran atractivo turístico.
Eso de que hay tantos ibicencos a favor de los campos de golf como en contra no se lo cree ni usted
Más golf y menos Podemos. Más desestacionalización y menos pegarse el invierno viviendo de subsidios.
Hombreee! Ya salió el General con sus recetas. Y dígame: qué tiene que ver la primera frase con la segunda?
Para entenderlo primero necesitarias desintoxicarte .
Si quieres un campo de golf, lo pones en tu jardín y con tu agua.
Es en las Elecciones donde hay que votar si quieres que esto se parezca a Menorca o a Las Vegas .Donde vale lo mismo el voto del dueño de las macrodiscotecas que el del periodista.Donde puedes decir con tu voto ¨ basta¨
Donde puedes votar con los que preferian los chiringuitos al beach clubs , el Montesol de antes al de ahora,el falso Luxury ,el ingles al ibicenco, etc etc
Gracias por tu articulo Xescu. Quizá podamos tener un debate enriquecedor con Matutes y llegar a entendernos todos un poco. Aunque a veces me entran dudas si querremos salir del surrealismo. Por mi parte, abierto a hablar y escuchar sobre estos temas complejos y polemicos en los que nadie llega a saberlo todo, pero todos nos jugamos mucho.
Sa veritat és q no veig xq no fer camps de golf…
Es molt senzill i tecenicament viable. Q apliquin tècniques de desalació i depuració a ses aigües residuals, eliminació de contaminants, q no utilitzin químics, q no facin una urbanització tot rodant rodant i crec q amb aquestes condicions es pot permetre crear camps de golf…
Ningú ho ha proposat així… Potser lo q interesa no son Es camps de golf…
Es problema es que sa gespa no és d’aquí de s’illa i necessita molta aigua i altres quimics per mantenir-se, a més de haver de destrossar bosc en un vall o inutilitzar una zona de conreu. Es golf és un tipus de turisme que només atrau gent amb molts de sous que només beneficien a un parell de empresaris, justament es mateixos que volen construir més camps. Sa gent que va als camps de golf no es passaran mai per ses botigues des poble o es restaurants a menjar plats d’aquí, només volen beach club i llocs que poden ficar a s’instagram. Amb un camp n’hi ha prou.
Los campos de golf no son mas que distracciones para recalificaciones y construcción de mas ¨viviendas de lujo¨.
No hay mas que ver Roca Lisa.
Justo lo que Ibiza necesita, mas destrucción.
Por cierto, obviamente este Matutes no es tan inteligente como el anterior.
Degenera la raza?
Claro que degenera ; léete .