La solidaridad de los vecinos ante la okupación de una vivienda en Sant Antoni ha acaparado durante varios días los titulares de los diferentes medios locales. No han tardado en salir los representantes de las instituciones y diferentes partidos políticos, todos a una, para condenar esta situación. “El PP de Ibiza, con el presidente del Consell y todos los alcaldes, muestra su «frontal rechazo» a la okupación: «se protege a los delincuentes»”, rezaba uno de los titulares de este diario hace tan solo unos días.
La okupación, enmarcada como un acto delictivo que afecta directamente a propietarios privados, es, sin embargo, también una consecuencia de la crisis de vivienda, que tan acuciadamente sufrimos en las Islas. Como también lo son los desahucios, le pese a quien le pese.
A partir de las declaraciones y noticias recientes, parece que la postura de las instituciones y partidos políticos en Ibiza frente a la okupación ilegal es más de rechazo frontal y condena directa, mientras que los desahucios se enmarcan más en términos de preocupación y búsqueda -tranquila- de soluciones, aunque no sé bien por qué.
Desgraciadamente, por mucho que busque no encuentro ninguna noticia con un titular semejante al mostrado al principio de estas líneas referente a la cantidad de familias, menores incluidos, que han tenido que abandonar sus hogares porque no pueden permitirse el lujo de pagar un techo en Ibiza. Es más, hace tan solo unas semanas compartí en otro artículo mi fatal periplo a través de las diferentes instituciones y administraciones en busca de datos sobre desahucios en la isla. Ni un Excel de registro, ni una agendica. ¡Vaya!
Los datos de los que disponemos hablan de 514 casos de okupaciones en Baleares en 2024, muy en la media de los registrados en años anteriores. Si estas cifras son suficientes para dar la voz de ‘alarma’, les propongo otras: el número de desahucios registrados en Baleares durante el mismo año asciende a 880, 227 en el último trimestre, lo que representa un incremento interanual del 20,7%.
Aunque solidarizarse con el vecino es necesario, alentar a los ciudadanos a tomar la justicia por su mano es peligroso. El odio y la segregación mueven, a veces, más que la empatía. Por favor, no permitamos que usen nuestro compromiso social en su beneficio.
Carmen Pi @enparalelo