@D.V./ Paseo por Sant Antoni de Portmany, el pueblo donde vivo, y veo jóvenes ingleses felices. Bueno, también veo orina, vómitos, desfallecimientos y mucha mugre, además de actitudes y comportamientos incompatibles con la vida humana, pero eso no nos debe hacer olvidar lo esencial: estos chicos son felices. Nuestro pueblo ofrece todo lo que ellos pueden llegar a desear: mucho sol, fiesta las 24 horas del día, vicio y drogaína a espuertas, y una innumerable cantidad de ocasiones para arrimar cebolleta. Realmente, si vienes de Wingam, Longbridge, Ashington o Dewsbury Moor, estar aquí es como visitar el paraíso.
Los residentes nos quejamos, claro. No resulta agradable ver a estos absolutos gañanes con tatuajes grotescos, pinturrias lamentables, sucios y modales más que cuestionables, intoxicarse y hacer el cabra por la vía pública las 24 horas del día. ‘Basura’ y ‘escoria’ es la palabra más agradable que se les dedica. Términos que se resumen en una sola palabra: ‘Ingleses’.
No obstante, os pido que seais comprensivos con este ejército de Waynes y Charlenes que arrasan Sant Antoni cada verano. En este caso, es muy útil y recomendable la lectura del imprescindible ensayo ‘Chavs. La demonización de la clase obrera’ de Owen Jones (Ed. Capitán Swing). En este volumen, Jones nos recuerda el proceso de pauperización y degradación económica, social y moral de la que ha sido víctima la clase obrera británica desde que en 1979 Margaret Thatcher llegara al poder, un proceso completado y perfeccionado por el neolaborismo de Tomy Blair y sus secuaces.
Hasta hace treinta años, los obreros británicos eran probablemente la clase más orgullosa del planeta. Con tres siglos de fábrica a sus espaldas, las comunidades de trabajadores habían construído una cultura con sus códigos propios: trabajo, sentido de grupo, solidaridad, esfuerzo, bien común, honestidad, excelencia y orgullo. Trabajo duro en la mina o en la fábrica, ocio en el pub, domingos de futbol, y un sindicato fuerte y el Labour Party para hacer valer su voz y su fuerza. Las manos que movían la fábrica del mundo, la sal de la tierra.
Valores todos ellos -repitamos: trabajo, esfuerzo, interés común por encima del individual- absolutamente desfasados y que no encajan en los nuevos tiempos marcados por la economía de casino, el arrambla con todo, el sálvese quien pueda y el maricón el último. Margaret Thatcher, con su lema “la sociedad civil no existe, existen sólo los intereses individuales” propugnó un modelo basado en exclusivamente en que la avaricia es buena y el enriquecerse a toda costa. Para ello se destruyeron los sindicatos, se cerraron las fábricas y, principalmente, se demonizó y vilipendió a los trabajadores. Un proceso que completó exitosamente Tony Blair: los obreros ya no eran el ejemplo a seguir, ya no eran ningún símbolo de nada ni de nadie, eran únicamente gente a la que había que apartar del discurso público.
Sin trabajo, sin esperanzas, con un Labour Party vendido a los especuladores y la banca, con unos sindicatos destruídos, la clase obrera británica no es nada ni tiene nada. La ‘sal de la tierra’, las manos que movían el mundo, ahora son los chavs -palabra inglesa que en castellano se traduciría como choni o poligonero-. Gentuza que viste de chandal, se realiza tatuajes absurdos, se adorna con cosas feas y brillantes, son feos, sucios y malhablados, con chavalas que se quedan embarazadas a los quince años y viven de las subvenciones del Estado, que dedican su tiempo a consumir telebasura y sólo pueden aspirar a trabajar de cajera en un supermercado o de camarero en un McDonalds. En definitiva, basura. Son, para entendernos, la Vicky Pollard de Little Britain.
Ridiculizados, vejados, en ghettos de viviendas sociales, con trabajos de mierda, en un país donde llueve siempre, con un gobierno y unos medios de comunicación que les odian, su vida es un puto infierno. Por eso… dejemos que al menos durante una semana se den una alegría, y beban, mojen el dedo en cristal, vomiten y se queden dormidos en portales. Están viviendo los únicos días soportables de su perra existencia.
Es una explicacion muy buena de la parte britanica del problema.La parte local ,la incompetencia y menfutisme de nuestras autoridades,esta penduente de explicacion.Seguramente seria un material para un libro de este estilo.
S’autor té, clarament, part de raó. Ara bé, aquest problema sociològic britànic no tenim per què pagar-lo naltros. I s’excusa de que es deixen sa pasta no ens val perquè:
1. Hauriem de valorar si se’n deixen molta o poca i quina distribució té
2. S’hauria de valorar es gastos socials que assumim es residents per tractar aquestos «prestigiosos» visitants (una llimpiesa impossible, remor, inseguretat ciutadana, tràfic de substàncies, etc.)
Muy buen argumento en bastantes pocas palabras. Genial.
Pues tal clase obrera es el modelo que pregona el ayuntamiento entre la juventud del pueblo¡abajo el pueblo y viva el proletariado! Ese parece el lema de tanto político gañán. Telebasura, droga, mierda de educación y mientras tanto a organizar fiestas estúpidas en lugar de ofrecer orden y mejorar posibilidades.
que tontería porfavor…miremonos un poco el ombligo y veamos que nosotros estamos igual… trabajos de mierda, deseando que llegue el fin de semana para emborracharnos, drogarnos y hacer todo lo que esta estresante (pero aparentemente cómoda) vida no nos deja hacer. En cambio nosotros los españoles nos vamos a países como Tailandia, Indonesia o cualquiera de Sudamérica donde se nos permite de una manera o de otra aprovecharnos de la desesperación de los trabajadores y de las sociedades de esos lugares.
Parece que los ibicencos somos unos santos, y no hay más que salir un sábado de invierno por Ibiza o San Antonio para cer cualquier barbaridad del estilo. ¿Cuál es la diferencia? Que hay menos gente, y por lo tanto la proporción del desastre es menor. ¿Habéis ido a la fiesta de Portinatx de la playa? 90% españoles me atrevería a decir, y eso no es un campo de flores. Se ven las mismas estupideces de jóvenes ebrios/drogados hasta el límite que no respetan a nada ni a nadie y que dejan el entorno hecho una porquería.
¿En fin, los ingleses están destrozando nuestra isla? Puede que sí, pero nosotros les dejamos, y en otras circunstancias hacemos lo mismo. Y en su lugar haríamos lo mismo.
Perdón? Que les dejemos, semana tras semana, volcar su su mal rollo en la isla?
Oiga, que se ocupen los gobernantes de su país…tanto libro y tanta tontería ! Aquí hemos pasado una guerra, hambre, una dictadura, una transición, paro, crisis y no nos vamos meando por las esquinas, emborrachando, drogando, enseñando el culo en los semáforos, chillando, peleando, destrozando…..y menos en país ajeno, oiga! Lo hacen porque aquí se les permite, ni más ni menos.
No, si ara la culpa de tot el que passa a Sant Antoni encara la tendrà na Margaret Tatcher!
Un gran article.
I el problema social de fons, però, no només el tenen els britànics. Aquí no estam gaire millor, com es diu als comentaris.
I qui cregui que els autòctons no feim aquestos desmadres, que surti més de casa…
Desde el momento que valoramos si se dejan mucha o poca pasta, nos comportamos como auténticos hijos de la «Banca». Reconozco que el problema es grave, pero como persona que se crió en los peores suburbios de Barcelona, me hago la siguiente pregunta: ¿Que diferencia hay entre un ingles obrero y aparentemente maleducado, a un ruso o alemán que solo por venir con dinero trata a nuestr@s camarer@s como si fueran perros?. Si para que haya mas convivencia en cualquier lugar que visiten los turistas hace falta mas policía, que la pongan y la pague quien se beneficia de ese turismo, y que cumplan con su obligación en vez de extorsionar comerciantes. ¿Por qué en una urbanización de lujo no vomitan ni se mean ni siquiera pasean los desconocidos?.Queremos solo turistas con dinero y buenas propinas como los que durante años engañamos y estafábamos con precios exagerados y eso como otras cosas se acabó, o miramos de implantar educación y civismo y valorar nuestro territorio como se merece o cerramos fronteras y sálvese el que pueda.
San Antonio es la envidia de Platge d’en Bossa pero muy pronto llegaran a su nivel.