Iniciamos una temporada estival que según todos los pronósticos será de récords y ante esta, hace unos días debatíamos si nuestros municipios están adoptando las políticas de seguridad municipal acordes con los nuevos y viejos riesgos que se han generado y se avecinan por generar. ¿Nuestros vecindarios están adaptados y acondicionados? ¿Se toman las medidas necesarias para adecentar y acondicionar nuestras calles?… Todas estas preguntas me surgen enfocadas en su totalidad a la configuración del modelo de prevención de seguridad municipal, implantado en cada uno de nuestros municipios.
Recorriendo nuestra preciosa isla, podemos observar como en determinados núcleos urbanos diseminados de diferentes municipios, existen zonas totalmente “descontroladas” donde aumentan, por ejemplo, las ocupaciones de viviendas vacías ubicadas en barrios o zonas casi deshabitadas; proliferación de vehículos abandonados; falta de alumbrado municipal; asfaltado de las vías urbanas en deficientes condiciones… Esto genera, en cierta medida, y según diversos estudios de criminología ambiental, una relación directa entre la percepción de la inseguridad y el miedo a ser víctima de un delito.
Una de las causas podría ser la inoperancia de las administraciones locales, que parecen más centradas en adecentar e incrementar los recursos sobre las conocidas zonas de ocio, en época estival donde se centran mayores oportunidades delictivas, por diversos factores que no profundizaremos. Pero no pueden ni deben obviar las deficiencias de otros ciudadanos que ven afectada, de forma directa o indirecta, su estancia en estas zonas y por consecuencia su calidad de vida.
Las Naciones Unidas a través del Consejo Económico y Social (CES) ya planteó que “hay indicios claros de que las estrategias de prevención del delito bien planificadas no solo previenen el delito y la victimización, sino que también promueven la seguridad de la comunidad y contribuyen al desarrollo sostenible. Además, las políticas responsables y eficaces de prevención del delito mejoran la calidad de vida de sus residentes y ciudadanos.” estableciendo como prioritarias las políticas orientadas a la prevención situacional. Este modelo preventivo se desarrolla mediante la implantación de herramientas encaminadas a reducir el riesgo de la comisión de hechos delictivos y la importancia de los efectos que estos delitos producen de forma directa o indirecta sobre todos los vectores de interés.
La comisión de un delito no solo afecta a la víctima del mismo, afecta (en mayor o menor medida) a vecinos, comerciantes, familiares… y más vectores a tener en cuenta. Así este modelo de prevención utiliza medidas encaminadas a reducir las oportunidades de cometer estos delitos, utilizando para ello herramientas como el diseño ambiental: modificando para ello las condiciones existentes en los vecindarios de nuestra isla, que se ven afectados por la inseguridad, victimización o delincuencia.
Mediante la planificación y diseño ambiental, diferentes países ya han aplicado medidas conocidas como CPTED (Crime Prevention Through Environmental Design / Prevención de la Delincuencia Mediante el Diseño Ambiental). Estas medidas deben ir orientadas e implantadas en una planificación general de la seguridad urbana y no implantarse de forma autónoma, si se quieren obtener los resultados planteados. Esta no es más una de las medidas a tener en cuenta por nuestros gobernantes y técnicos municipales en aras de garantizar algo tan sencillo pero a la vez tan complejo como puede ser la seguridad ciudadana, y es que la sociedad actual precisa que nuestras administraciones incorporen profesionales de la Criminología y especialistas en prevención delictiva para la configuración, análisis, intervención y prevención de situaciones y/o conductas que se consideran antisociales e inclusive delictivas, en aras de una mejor eficacia y eficiencia de las políticas públicas de seguridad.
Así, otra de las herramientas especialmente útil para todo aquel gestor de la seguridad municipal, serían las denominadas auditorías de seguridad dentro de las corporaciones locales. Con esta técnica se permite un exhaustivo diagnóstico en relación a las políticas municipales de seguridad llevadas a cabo, el modelo policial establecido, valoración de su eficacia y eficiencia, entre otras muchas variables a tener en cuenta… pero en especial podemos citar la percepción de seguridad o inseguridad ciudadana, el llamado “miedo a ser víctima de un delito”, el cual será determinante para los ciudadanos y condicionará en determinadas situaciones las dinámicas sociales como convivencia, conflictividad, interacciones, etc.
Esteban Morelle Hungría,
Criminólogo