Cartas a Noudiari / Desde hace algo más de un año, no sorprende leer cartas y artículos de opinión en los que se denuncia la imposición de la inmersión lingüística y el uso prácticamente exclusivo del catalán, tanto en la escuela como en la administración pública, y sus efectos ruinosos. Si sólo afectara a personas individuales, uno pensaría que allá ellas o sus responsables (en el caso de niños), puesto que existen cauces para poder exigir los derechos que nos otorga la ley. Sin embargo, la situación nos afecta a todos en conjunto, como habitantes que somos de estas islas, provincia y comunidad autónoma, y no podemos negar el daño que nos produce como sociedad.
De eso se trata la tan trillada e infame fractura: ciudadanos de primera y de segunda; contrincantes y afines; antirreglamentarios y constitucionalistas; catalanohablantes e hispanohablantes. Una fractura que ha dividido relaciones, amistades de toda la vida, incluso familias enteras. Y lo más importante: ¿Desde cuándo se acepta una sociedad dividida entre partidarios de la ley y partidarios de incumplirla gravemente? Pues eso y no otra cosa significa la expulsión del castellano o español de nuestra relación con la administración autonómica y local: parlamento balear, ayuntamientos, educación, sanidad, procesos administrativos diversos, toponimia, cartelería en calles y carreteras…
Durante muchas generaciones, hasta hace un par de décadas, en Baleares se usaron las modalidades insulares de nuestra lengua balear junto con el castellano o español con absoluta normalidad. En las islas, lugares de destino, de vacaciones o de retiro, siempre se dio la bienvenida a todos, españoles y extranjeros, y la lengua no fue obstáculo, tanto si se venía de visita como para quedarse, si éste era su deseo.
Lo más frecuente (aunque no exclusivo) era impartir la enseñanza en la escuela, instituto y universidad, en castellano. Luego, en los recreos y descansos, con amigos, en la calle y en familia hablábamos naturalmente menorquín, mallorquín e ibicenco. Aunque la lengua vehicular para la relación formal con la administración era el castellano, con los funcionarios de turno, si eran isleños, hablábamos nuestra modalidad insular. El uso habitual de ambas lenguas era lo ordinario y en aquellas relaciones en que cada parte se sentía mejor hablando una u otra lengua, se tenían conversaciones bilingües en las que ambas lenguas y las personas convivían en armonía. No se imponía, nadie se sentía ofendido y ninguno pasaba a ocupar una posición prepotente o preeminente sobre el otro. ¿Era imposición el castellano en la escuela y en la administración? No, porque el castellano o español era (y sigue siendo), la lengua oficial común de toda España. Por otro lado, aunque el menorquín, mallorquín e ibicenco no eran oficialmente vehiculares, nunca dejaron de utilizarse en la vida cotidiana de las islas.
¿Cuáles eran los efectos? Por una parte, que las modalidades insulares genuinas se conservaban y se siguieron hablando entre los autóctonos hasta hace poco. Por otra, que los jóvenes que decidían estudiar en una universidad española dominaban la lengua común y tenían muchas oportunidades; y muchos isleños se beneficiaban de su conocimiento del español, tanto dentro como fuera de España. No menos importante, recibíamos sin complejos profesionales castellanohablantes y muchos llegaban a establecerse entre nosotros.
Y es que, en realidad, las lenguas sirven para comunicarnos y no para ser utilizadas con fines ideológicos y políticos. Nuestra Constitución establece que en Baleares hay dos lenguas oficiales: el castellano y la de nuestra comunidad autónoma (Art 3 CE). Por una cuestión de sensatez, de buena voluntad, de hospitalidad, de cumplimiento de la ley (“los españoles son iguales ante la ley”, Art 14 CE), ¿Por qué no se aplica la libertad de elección de lengua y se respeta la opción que cada uno quiera elegir?
Por Plataforma Mos Movem, En Marcha, let’s Go
Jo vull parlar eivissenc, la nostra variant del català, als jutjats, al metge, a tots els comerços, a la delegació del govern, amb la policia armada i amb la guàrdia civil, però no puc.
També hi vull estudiar, veure cine i TV, escoltar-lo per la ràdio, i llegir-hi literatura i premsa, però alguns feis tot el possible per a arraconar-lo, esquarterar-lo i proscriure’l com ho ha estat durant tres segles. Aquesta és la vostra normalitat?
Revisa todo lo que dices… padeces de una miopía espectacular. Si de verdad tienes un cierto respeto por la cultura local analiza bien todo lo que dices.
A mi m’ha agradat molt allò que fa unes dècades hi havia «normalitat». He, he, he. A partir d’aquí, tot l’article és un pur acudit. No especialment divertit, però acudit, al cap i a la fi.
Si és com diuen els autors de l’article, com és que hi ha tants xistes d’hispanoparlants, entre els eivissencs o entre els mallorquins?
No es nada comparado con tus festivales del humor Joan.
Por cierto lo de policia armada era durante la dictadura,ademas creo que hay mas de un ibicenco en la Policía Nacional.
Si es que hay mucho nostalgico tanto de derechas como ofendidos nacionalistas de supuestamente de izquierdas.
jajajajjjajajajaj.
Los nacionalismmos extremos nunca son de izquierda aunque se disfracen.