@Noudiari / Dicen de nuestro mal que es endémico. Dicen que lo llevamos en la sangre; que es una cuestión ‘racial’. Otros afirman que la corrupción es un problema estructural, que el político corrupto es una víctima del podrido sistema cuyos cimientos han sido devastados por el electoralismo o el oportunismo de las grandes corporaciones.
Los más agresivos creen que España es un país gobernado por inútiles, unos inútiles que ven a sus conciudadanos de la misma forma. “Cree el ladrón que todos son de su condición”, reza el refrán. Precisamente, rezando debe hallarse el Partido Popular en estos días porque, por mucho que intente regatear como Messi las adversidades que le surgen al paso, está con los pies en una fosa séptica cuyo caudal no para de crecer.
La Fiscalía Anticorrupción señala que hay al menos cuatro conexiones que relacionan la trama Gürtel con la contabilidad en ‘B’de Bárcenas. ¡Y avisan de que el análisis del cual se extraen estas conclusiones es meramente superficial! En este sentido, no se puede liderar una nación y no predicar con el ejemplo. ¿Qué clase de moraleja extrae el ciudadano de a pie de las actividades irregulares de sus dirigentes?
Lo curioso es que desde los grupos políticos siempre se ha defendido –de forma presunta- la actuación de la Justicia y se ha criticado duramente la filtración de documentos que les vinculan con las distintas tramas que se van enarbolando. Ahora tenemos una enmarañada selva tropical y eso es lo que ven desde Europa: una república bananera.
Llega el momento en el que se debe asumir que tanta fiesta en la administración pública no es normal y que la ciudadanía no está ni para pagar -ni para limpiar- la suciedad de ninguna ‘celebración’ de estos individuos. Ustedes pusieron de moda echar de sus casas a miles de españoles. Prediquen con el ejemplo: dejen todo limpio y desalojen Moncloa.