@Noudiari/ Aunque parezca una paradoja, en esta vida saber perder es necesario para poder ganar alguna cosa, para poder vivir con cierta tranquilidad, alegría y satisfacción vital, sabiéndose responsable máximo de la marcha de la propia vida.
Saber perder es asumir las limitaciones de la vida: su finitud, su fragilidad en algunos momentos, que no la podemos controlar, y el hecho de que esta llena de pérdidas que es necesario elaborar para poder abrirse a las cosas nuevas que vienen: no hay aires nuevos, nuevos proyectos, ilusiones renovadas, si no nos hemos podido despedir de las cosa que irremisiblemente se pierden y no se van a poder recuperar: ello no quiere decir que no puedan llegar nuevas, e incluso mejores.
Es un gran drama el de aquel que no puede perder, que no puede perder algo para poder ganar otra cosa. Origina un gran malestar, crónico e ilimitado quedar aferrado a aquellas cosas, en realidad ya perdidas, pero que frenética y patéticamente tratan de conservar, porque no se ven capaces de subsistir sin ellas.
¿Qué es necesario aprender a perder?
Deseos y anhelos de épocas de la vida pasadas, posiciones y roles en nuestra familia de origen, relaciones que han caducado… en suma: maneras de manejarse y hacer con la propia vida que nos anclan a no progresar y a mantenernos dependientes, pasivos, débiles y en puntos anteriores de nuestra evolución, porque por diferentes razones no aceptamos ni sabemos perder estos elementos que en el fondo, hacen nuestra existencia muy infeliz, pero de los que tampoco nos atrevemos a prescindir.
Poder perder, saber perder, es dejar la puerta abierta a la realidad del asunto: que las cosas de la vida aparecen y desaparecen sin que podamos anquilosarlas y mantenerlas para la eternidad: nada de eso podemos saber, pero sí tenemos conciencia de que ni siquiera nosotros somos eternos.
Dejar la puerta abierta a poder perder, es dejarla también a que puedan aparecer cosas nuevas.
Es muy doloroso tratar de mantenerla cerrada y darse cuenta de que igualmente eso no sirve para nada, dado que no podemos agarrar y mantener secuestradas aquellas cosas que por el curso natural de la vida y nuestra evolución, deben caer para poder dar paso a otras nuevas y distintas.
Muchas gracias. Joan Escandell, psicólogo.
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