Oti Corona / Cuando el ocho de marzo pasado salí a la calle portando mi pancarta con el lema “Estamos hartas, yo aviso”, no podía imaginar hasta dónde se extendería mi hartazgo en los meses que nos quedaban por pasar. Pocos días después estábamos todos confinados y, como siempre que la sociedad entra en crisis, las mujeres nos vimos obligadas a dar varios pasos atrás.
En demasiados hogares, el espacio se dividió de forma que el hombre pudo atender su vida laboral tranquilito en una habitación mientras la mujer compartía el espacio común con los niños, haciéndose cargo de su trabajo pero también de la mayor parte de las tareas domésticas y de los deberes de sus hijos. Llevo un año entero leyendo el goteo de noticias que culpan a la pandemia de este incremento de la desigualdad. No es así. La culpa de que las mujeres seamos hoy más pobres es de los hombres que no se hacen cargo de su parte del trabajo doméstico y de cuidados. El confinamiento fue la excusa de los machistas para tomar posiciones y obligarnos a ceder nuestro tiempo, nuestro espacio, nuestro dinero y nuestra capacidad de tomar decisiones.
Tanto hemos retrocedido que hoy muchos se atreven a cuestionar nuestro derecho a salir a la calle. A manifestarnos. Quieren usar, como han venido haciendo hasta ahora, el pretexto de la pandemia. El goteo de manifestaciones ha sido constante en estos meses y a nadie se le había ocurrido prohibirlas hasta que ha llegado el turno de las mujeres porque, ya se sabe, nuestros derechos son de quita y pon, son algo accesorio, algo de lo que se puede prescindir llegado el momento.
Los que pretenden ahogar nuestra protesta son los mismos que intentaron convertir el Día Internacional de la Mujer en una fiesta primero y en un chiste después. No lo consiguieron, y ahora les queda jugar con nuestro sentimiento de culpa. No os dejéis engañar. Ellos saben que las actividades al aire libre, con mascarilla y distancia no han supuesto nunca un repunte de contagios. Se escudan en el virus para ordenarnos que nos quedemos en casita.
Estoy segura de que muchas mujeres no tienen claro aún si van a salir a la calle o van a protestar desde ventanas, portales y balcones. Espero que, decida lo que decida cada una, ninguna lo haga movida por temor a la regañina del señor de turno o por miedo a sentirse culpable después. Quiero recordar que a nosotras, leccioncitas sobre cuidar de los demás, ni una. Y, por supuesto, no debemos explicaciones a nadie si decidimos ejercer un derecho fundamental que nunca se ha puesto en duda cuando lo han ejercido los hombres.
Este 8M tenemos más motivos que hace un año para mantener viva la lucha de las mujeres. Que nos oigan.