¿Cómo es posible que, tras la apertura de solo dos discotecas vinculadas al ocio nocturno, que han permanecido unos pocos días en funcionamiento, se haya producido este aluvión de titulares negativos en la prensa, salvo que tras ellos haya unos intereses que no son honestos? Ruidos que han impedido a los vecinos conciliar el sueño, presión en los hospitales, actas de policía por aprehensión de drogas, incumplimiento de los protocolos sanitarios… Desconozco si estas acusaciones son realistas o están exageradas. Lo sorprendente es que se hayan producido ahora y, en cambio, con las desmesuras del ocio diurno, que lleva meses operando, chitón.
Este arranque de las discotecas, con luz y taquígrafos, en realidad prolonga la actividad de todas aquellas salas de fiestas de ocio diurno que sí han trabajado y funcionado de hecho, aunque no de derecho, durante la mayor parte de la temporada. Muchos de estos establecimientos, sobradamente conocidos por todos, han sabido evadir las inspecciones del Consell, los ayuntamientos, etcétera. En definitiva, han hecho lo que han querido, saltándose las normas sanitarias que otros muchos, sin embargo, han tenido que respetar, limitando, al revés que ellos, sus posibilidades de hacer caja. A dicha actividad se han sumado también las fiestas “ilegales”, que han proliferado por todas partes, ahondando las distancias entre todos. La bronca del sector del ocio, por tanto, ya no es cosa de dos sino de tres: horarios diurnos, nocturnos y todos aquellos denominados “ilegales”.
Como se suele decir, de aquellos polvos estos lodos. ¿Cómo se puede comprender que durante los once años de actuaciones multitudinarias en el hotel Ushuaïa, con miles de personas transitando por la puerta, la pista y las habitaciones, en el transcurso de tantos éxitos artísticos y pecuniarios, no se haya producido inspección importante alguna, ni que apenas se hayan dado noticias de intoxicaciones, peleas, agresiones sexuales, ni alteraciones que puedan interrumpir el sueño de los vecinos? Parece ser que el Ayuntamiento de Sant Josep tampoco ha tramitado las denuncias que han levantado los policías locales, que ya no actúan, porque todo se archiva o se queda sin tramitar. ¿Para qué ir hasta allí si todo se protege y oculta por parte de quien en realidad manda en la isla y a quien los políticos, que actúan como cómplices y secuaces, rinden pleitesía? Cabe recordar que el Ayuntamiento tiene hasta tres expedientes por infracciones muy graves, lo que conlleva, según la ordenanza municipal, el precinto automático de los equipos musicales. Sin embargo, la empresa judicializa el asunto, gana tiempo, que se acaba convirtiendo en años, y, al acabar, aunque pierda el juicio, nadie se acuerda ya de qué ocurre con esa infracción muy grave y sus consecuencias.
Vuelve ahora la prensa, machaconamente, con las mascarillas y las distancias de seguridad, mientras que el palmeral del Ushuaïa ha funcionado desde el 1 de agosto sin problema alguno y sin disimulo, sellando los móviles de los clientes. Y sin posibilidad de apelar al derecho a la libertad de expresión, que tan buenos resultados da a los políticos cuando quieren esconder sus chanchullos y vicios ocultos. ¿Por qué no han ido al Ushuaïa los mismos periodistas que ahora acuden a escudriñar lo que pasa en el poco ocio nocturno que ha abierto, para dar testimonio de todo lo que se cocía allí dentro?
En el transcurso de esta operación de blanqueo, que ya dura más de una década, la clase política que nos gobierna y los poderes públicos, que supuestamente tutelan nuestros derechos y libertades, se han lucido. Es un clamor popular cómo el “gobernador de esta ínsula matutaria” está manejando los resortes del poder. Solo cabe sumisión y connivencia con el “todo es mío”. La transgresión y ocultación en los despachos del Ayuntamiento de Sant Josep la va a redondear el Consell, que soluciona los defectos de forma e incluso mejora la situación deficiente de los expedientes que allí entran para su registro y formalización.
¿Qué está pasando en esta isla, en la que ostentamos un bien común que valoramos y exhibimos como bandera, para haber caído en este abismo de impotencia y maldad, que hasta nos ha cambiado la percepción de nosotros mismos? Y en la coctelera donde se agita todo este maldito mejunje, también la prensa, controlada en su mayoría y al servicio de quien más subvenciones o más publicidad le otorga. En Ibiza todo el mundo debe algo a alguien y en esta estructura social donde estamos coaligados, siempre llegamos al mismo frente: el silencio administrativo y el cotilleo que otra parte de esta empresa provoca puntualmente, con noticias que alteran los biorritmos de la serenidad popular.
¿Qué sentido tiene notificar que se han invertido 500 millones de euros en Londres, con un producto ininteligible y tóxico, dejando a don Antonio a la altura de un demente senil y colocándose ellos mismos en el ojo del huracán? Ahora comienzan también las obras del centro comercial, apéndice del Hard Rock Hotel, y alguien nos tendrá que aclarar mejor que hasta ahora por qué se les ha concedido la licencia. Cuando el Parlament les legalizó los hoteles de Platja d’en Bossa, Space y Aguamar, con los votos del PP y el PSOE, que solo se ponen de acuerdo en esto, y la oposición de Mes y Podemos, ¿no se estableció una cláusula de excepción y protección que impedía los cambios de usos? ¿Afecta o no esta cláusula a las obras que se están realizando actualmente? Atentos a la respuesta del Ayuntamiento de Sant Josep y, por consiguiente, del Consell Insular. ¿Existe alguna duda respecto a este proyecto o es solamente “matutitis”?
El ocio nocturno ha funcionado durante unos pocos días y las aglomeraciones estaban más que justificadas, pero la contradefensa organizada desde los medios y las instituciones afines, no ha tardado ni 24 horas en secuenciar los desmadres y el desorden social causado por estas celebraciones. Cuando coinciden tantos y tantas maneras de interpretar lo legal y lo ilegal, lo moral y lo alejado de la ética, en esta isla en la que la armonía debería ser un bien necesario y obligado, el todo se divide en trozos para que así pueden ser sometidos a esta alianza de intereses económicos espurios. Hemos desarrollado un comportamiento social y político que es lo más parecido a la mafia que pueda existir. En este caso, sin embargo, no es siciliana ni calabresa, sino nuestra, ya intrínseca a los males que azotan nuestra querida isla.
Cuando en los medios se ha señalado dónde, quién y cuándo han ocurrido cosas que no encajan con los patrones establecidos, para después silenciar los grandes atentados cometidos por otros, con la cobertura de los políticos y la inacción de las instituciones, estamos perdidos como sociedad. Vamos a la deriva, empujados por la corriente que los poderosos deciden desde arriba.
Por Pepe Roselló
Lo suyo lo define usted mismo Sr Roselló “ un abismo de impotencia y maldad”
Aburres a las ovejas con tu odio senil , Pepe.
Pues, no me extraña, aquí se acuerda y divide entre 4 familias, esta isla se llama Sicilia. Con esto se explica todo, unos cabecillas que se llenan los bolsillos, otros 10 familias que aprovechan esta oportunidad y el resto que se llena el estomago con las migas. Se llama Sicilia o Corea del Norte????
Tiene razón. Pero el tambien ha sido poderoso. Te han ganado la tostada.
Lo espúreo de todo es que tiene razón, el problema de tanto hater es que lo escribe y publica una persona octogenaria y ya es senil? Más activismo visible y menos criticar a quienes defienden lo que da de comer en contra de los intereses de la familia Matutes que ya no mira tanto por Ibiza y sí por ellos mismos y otros destinos.