POR MIGUEL CARRANZA GUASCH
Poco a poco salen a la luz los defectos de querer abarcar todo de este Govern electoralista, este Govern del postureo. La suma de leyes hechas por hacer se ve en aumento conforme pasan los días, a los escasos recursos de la protección de la posidonia, que queda en evidencia verano tras verano cuando vemos constantemente las anclas de los yates dañar nuestro suelo marino quedando impunes, se suma, a principios de año, el timo de las compañías aéreas a los ciudadanos baleares.
El propio conseller pudo comprobar – después de insistentes preguntas en el Parlament por la oposición y por la no tan oposición – el hecho de que no sólo se habían subido el precio de los vuelos en un “10% aproximado”, sino que los viajeros han aumentado un 16%, un negocio redondo para las aerolíneas, y una ley y promesa del Govern que cae en saco roto al no proteger esta ayuda a la ciudadanía, una iniciativa que queda en nada, al no poder reaccionar ahora a este aumento de los precios, a este timo de las aerolíneas a la ciudadanía balear.
A esto, sumamos que, el pasado 31 de enero, la presidenta Armengol ha aceptado que no se puede combatir de manera eficaz el alquiler turístico, que los funcionarios y agentes no tienen un plan de acción en el momento de no encontrar a nadie en casa, que no tienen poder, que no se les ha dado. Una vez más, otra iniciativa que cae en saco roto, un fracaso más a las prisas electoralistas de este Govern que se traducen únicamente en el statu quo de las dificultades que tenemos los residentes baleares para salir adelante de manera digna.
Y es que el Govern sólo busca votos cuando se dedican a sacar leyes sin poder otorgarles los recursos suficientes ni el respaldo legal suficiente en su elaboración. Los recursos, de momento, pasará otro año sin poder tenerlos, pues encima el supuesto “compañero de partido” el presidente Pedro Sánchez ha reducido el presupuesto para Baleares este año. Penoso, lamentable y triste, y si esto ha sido así, ya sabemos lo que espera del tan esperado REB, ese régimen necesario para poder paliar las necesidades y ausencias generadas por la insularidad, una insularidad que degenera en el aumento del precio de la vivienda, que a la vez fomenta la especulación, y que se traduce, entre muchas otras cosas, en la escasez de médicos, enfermeras, profesores, policías y un sinfín de servidores públicos necesarios para poder, una vez más, paliar la insularidad.
Muchas leyes más han visto la luz en el Parlament recientemente, entre ellas, la que consideran “la hija favorita” de este Govern, la Ley de residuos, una ley tan necesaria como pionera en la materia en el ámbito, no sólo nacional, sino internacional, pero nos debería a todos costar ser optimistas, pues, visto lo visto, será una ley más con recursos precarios, o mala o nula planificación real para poder llevarla a cabo.
Sufrimos de un ansia de postureo político de la clase gobernante, un postureo que es el antagónico de lo que debería ser la representación popular, un postureo que sólo busca votos en la siguiente campaña electoral de mayo, un síndrome de visibilidad de la presidenta de este Govern que parece un niño pequeño presumiendo de sus logros y de sus castillos de arena que, mientras los señala enseñándolo a sus padres dándoles la espalda, el viento se los lleva.
Triste, por no decir lamentable, este maratón de leyes de último momento. Dicen que las cosas se tienen que hacer sin prisa, pero sin pausa. El Govern ha estado en pausa toda la legislatura y en los últimos meses tiene prisa. La foto de las votaciones en el Parlament queda muy bonita, pero los agentes que protegen el mar sin recursos y sin respaldo no sirven de nada, los agentes que investigan la vivienda de alquiler turístico sin recursos y sin respaldo no acabarán con la especulación, los descuentos interislas sin supervisar a las aerolíneas tampoco sirven de nada. Esperemos que lo demás se haya hecho para servir.