Cuando vine a vivir a Ibiza no existían aún los móviles y la mayor parte de las casas no tenían teléfono fijo. Muchas incluso no tenían luz. A mi casa llegaron, luz y teléfono, estrenado ya el siglo XXI. El caso es que en aquel momento comunicarse con alguien no era fácil. Por eso, cuando uno se encontraba con un conocido por la calle, se paraba a saludar y a charlar. Sí que me sorprendió que la gente se paraba aún yendo en coche, en medio de la calle, y nadie pitaba. Yo venía de Madrid y eso allí sería impensable. Aquí todos los coches esperaban pacientes. Entendían esa situación, ya que probablemente ellos mismos se pararían unos metros más adelante por la misma circunstancia. Al poco tiempo me vi yo también atascando calles. El caso es que ahora ese “no pitar y esperar” en invierno todavía se mantiene, aunque cada vez menos. Pero se sigue respetando, en una medida justa, que el coche de delante pare a saludar a alguien que pasa por la acera. En verano no. La gente que está de vacaciones tiene siempre mucha prisa.
Sí que me sorprendió que la gente se paraba aún yendo en coche, en medio de la calle, y nadie pitaba. Yo venía de Madrid y eso allí sería impensable.
En donde vivo eso se sigue haciendo hasta de coche a coche, parados en medio de la carretera, ocupando ambos carriles. Pero claro, en mi “pequeña reserva” como diría el poeta Julio Herránz, somos muy pocos y pasan muy pocos coches. Tan pocos que más de una vez ha habido accidentes justo por eso. Todo el mundo da por hecho que va sólo por la carretera y de pronto, de la forma más tonta, se acaban dando de bruces. Afortunadamente, como no suelen correr, los choques no son importantes, pero sí bastante absurdos.
Acostumbrada a tan poco tránsito de vehículos por a qui, el otro día me asusté mucho; Parada en un stop, que da a una de las carreteras principales de la isla, veía tantos coches pasar que me agobié “¿A dónde va tanta gente? ¿Huirán de algo?” Al rato caí en que era agosto. Qué locura de coches. Qué velocidad llevan. Qué estrés. Ya me había comentado mi charcutera, cortando tranquilamente jamón de york, que lo que peor lleva del verano es la prisa que tienen siempre los que están de vacaciones “¡Acabo cortando el salchichón a mil por hora!” Y es verdad, qué poco se relajan, justamente tendrían que tener menos prisa que nadie. Imagino que es porque vienen de ciudades grandes y la vida allí va a más revoluciones, más acelerada. Aunque ahora que lo pienso, no sé por qué en las ciudades se tiene que vivir tan deprisa. Meditaré sobre eso.
Ya me había comentado mi charcutera, cortando tranquilamente jamón de york, que lo que peor lleva del verano es la prisa que tienen siempre los que están de vacaciones “¡Acabo cortando el salchichón a mil por hora!”
Sí es cierto que aquí todo se hace más lentamente. Incluso a veces, muy lentamente. Por ejemplo: si te pilla delante un payés en mobylette por una de las carreteritas del interior de la isla, estrechas y llenas de curvas, ya puedes armarte de paciencia e imaginación. Te da tiempo hasta de intentar resolver el enigma, científicamente hablando, de cómo es posible que un cuerpo, entradito en kilos, yendo tan sumamente despacio, no caiga. Y no, no caen. A veces incluso llevan a su mujer detrás, sentada con las dos piernas hacia un lado de la moto. Eso hace que la distribución de la carga, al no estar bien repartida, aumente las probabilidades de perder el equilibro. Pero aún hay que añadir un factor más de riesgo, y es que justamente esas carreteritas no se caracterizan por su buen asfaltado. Muchas incluso tienen unos baches dignos de estudio también. Pero ya digo que no, que no caen. Y también digo, que da hasta rabia cuando por fin entran por un camino de tierra, empinado y lleno de piedras, hacia su casa y te dejan ahí, con toda la carreterita para ti, pero con esa enorme incógnita científica.
El auténtico misterio mágico pitiuso es este: ¡El arte payés de retar a la fuerza de la gravedad y a principios y leyes inamovibles de la física!
Se habla mucho de los misterios mágicos del islote de Es Vedrá, pero el auténtico misterio mágico pitiuso es este: ¡El arte payés de retar a la fuerza de la gravedad y a principios y leyes inamovibles de la física!
En fin, que entre unos tan acelerados y otros tan lentos, mientras regaba ayer tarde, me puse de pronto a pensar en Newton, que, si no me equivoco, fue quien diferenció velocidad de rapidez.
¡Y luego la gente se cree que aquí en el campo pensamos sólo en plantitas!
como siempre tus comentarios son buenísimos,me hacen recordar mis épocas de mi llegada a Ibiza.