Mientras intentaba abrir un bote de alchofitas aliñadas, haciendo fuerza porque la tapa se resistía, me ha venido de pronto a la cabeza un texto de Walt Whitman que dice:
El pasado y el presente se desvanecen… los he llenado y los he vaciado,
Y me dispongo a llenar mi parte de futuro
De pie en la cocina, intentando girar la tapa, no pegaba recitar mentalmente ésto, no venía a cuento. No tenía nada que ver con cómo me sentía. Si yo sólo quería abrir mis alcachofitas. Y entonces pensé en todas esas veces en las que el cerebro se monta él sólo una película y decide entretenerse sin avisar, sin contar contigo. Está claro que a mi cerebro en ese momento le estaba importando un pito mi pelea con el bote y eso que sabe lo mucho que me gustan las alcachofitas aliñadas. Que mi cerebro y yo estemos todo el día juntos y llevemos así cuarenta y siete años no quiere decir que su única preocupación sea estar pendiente de mí. Cosa que entiendo. Yo no me lo quito de la cabeza, pero tampoco estoy todo el día pensando en él.
Se dice siempre eso de que hay que tener el cerebro ocupado. Yo veo que el mío se entretiene solo. Con el cerebro pasa un poco como con los niños pequeños. Está bien jugar con ellos y motivarlos, pero también deben aprender a divertirse por su cuenta. Inventarse sus aventuras y sus historias.
Mi cerebro ya desde pequeño fue muy activo. Recuerdo que jugábamos ‘a lo invisible’. Nos imaginábamos todo y no usábamos ningún juguete. Era divertidísimo y encima cuando llamaban para ir a la mesa a comer o cenar, no había que recoger nada. Era un chollo. Inventábamos también un montón de canciones, así que me pasé gran parte de la infancia cantando sin parar.
La verdad es que no me quejo de él. Hay un montón de gente compartiendo vida con cerebros de lo más aburridos, sosos, calculadores y hasta malvados. El mío no es que sea un lumbreras, ni un erudito en nada, pero oye, se apaña bastante bien en general y salvo por algún despiste no me hace quedar mal por ahí.
Lo bueno que tiene este cerebro que me ha tocado, es que me hace reír. La verdad es que en eso no lo cambio por ninguno. Sé que a veces no queda bien cuando a él se le ocurre algo en una reunión y, al decirlo yo, acabo riéndome más que nadie. Me pasa bastante a menudo, pero para qué voy a disimular la gracia que me ha hecho. Tantos años juntos hace que tengamos el mismo sentido del humor. Mucho peor es cuando se le ocurre algo que ni me atrevo a decir. En esos momentos sí que lo paso mal, ahí no me queda otra que aguantarme la risa. Y aguantarse las ganas de reír, además de muy difícil, estoy convencida de que es malísimo para la salud.
Hay un montón de gente compartiendo vida con cerebros de lo más aburridos, sosos, calculadores y hasta malvados. El mío no es que sea un lumbreras, ni un erudito en nada, pero oye, se apaña bastante bien en general.
A lo que iba, que en el fondo está bien eso de darse espacio. Que yo abro un bote de alcachofitas y él mientras recita a Whitman, pues tan contentos los dos. Qué va a hacer el pobre si los cerebros no tienen manos. Pues mientras espera a ver cómo me las apaño, él se busca su quehacer. Y la verdad es que Whitman, viniera a cuento o no, es buenísimo. Peor es cuando se acuerda de alguna canción y me tiene con la misma musiquilla un día entero. La otra mañana estuvo tan pesado con el ‘Vaya torito, ay torito guapo. Tiene botines y no va descalzo’ que llegué a asustarme por si el espíritu del Fary se había apoderado de mí. Fui corriendo al espejo… ¡Qué angustia!
buenisima como siempre me haces reir, cuanta razón tienes
Me alegra haberte hecho reír. Creo que en este época que vivimos hay que intentar reír siempre que sea posible.
Susana, una cosa es evidente, tu cerebro caprichoso es a la vez fantástico, pues pienso que es él el que dirige tu mano cuando escribes, y escribes con humor, inteligencia y simplicidad, lo cual es francamente difícil de conseguir. El decir mucho con pocas palabras es un arte y aún más cuando consigues hacer reír. Tu estilo tiene personalidad y frescura. Por favor sigue deleitándonos con tus relatos que siempre nos hacen pensar, sentir y sonreír. :))
Muchas gracias Laura, te agradezco un montón lo que me dices. Mi cerebro dice que él también 🙂