@Susana Prosper/ Siempre suena a excusa barata eso de “una cosa me llevó a la otra…”, pero lo cierto es que a mí me pasa siempre. Noto que mi vida va así, como a la deriva. La otra mañana, sin ir más lejos, tenía pensado hacer una serie de cosas, pero como iba a venir el camión del agua, tuve que amoldarme a eso y cambiar de planes. Como no era el camión de siempre, le expliqué por teléfono dónde está la casa. Calculé lo que tardaría en llegar y fui haciendo algunas tareas de esas que hay que hacer a diario. Cuando imaginé que estaría cerca, me senté en una piedra para, al divisarlo por la carretera, indicarle por señas cuál es el camino que sube hasta aquí. Ahí me quedé un buen rato esperando, sin poder hacer nada más útil. Con la de cosas que tenía yo pendientes. Entre ellas ponerme a escribir.
“¿Y tú qué haces en todo el día?” A lo que siempre contesto: “¿Yo? Nada”
Cuando por fin llegó, vimos que no podía pasar hacia el pozo porque el depósito de agua chocaba con una rama gorda de la buganvilla. Así que cogí la podadora y la corté. Recordé que abril es el mes más indicado para hacerle una buena poda a las buganvillas, por lo que me quedé podándola mientras el hombre descargaba el agua. Pensé en subir a la terraza para terminar de podarla por arriba, pero me fijé en que la hiedra de al lado, estaba desbordada y debería podarla también. “Ya subiré luego a terminar de cortar”. Me despedí del señor del camión y empecé a quitar ramas de hiedra sin piedad. Sonó el teléfono y entré en casa. Mientras hablaba vi la hora que era. Se me había hecho tardísimo y no había empezado a hacer la comida. Primero fregué los cacharros, ya que por fin teníamos agua, y fui a la vez regando las plantas (como ya comenté el otro día, en casa, fregar implica regar). En cuanto acabé me puse a preparar la comida. La dejé a fuego lento y aprovechando ese rato pensé en darme una ducha. Antes de meterme bajo el grifo, recogí la ropa tendida. La doblé y la subí a guardar, pero entonces vi que sería mejor organizar un poco el armario antes de meter nada más. Por lo que la dejé allí para hacerlo después. Volvió a sonar el teléfono. Era de la compañía de seguros. Necesitaban un dato de no sé qué. Al colgar saqué la carpeta de papeles burocráticos para buscarlo. Estaba en ello cuando recordé el guiso. Fui corriendo a darle unas vueltas y escuché que subía un coche. Afortunadamente el sonido venía del camino del vecino, pero al salir a mirar se me cayó el alma a los pies. Me quedé parada viendo el panorama: La buganvilla y la hiedra podadas a medias, todo el suelo lleno de ramas y hojas desparramadas, ropa por guardar, la comida sin acabar, los papeles del seguro invadiendo la mesa, yo sin duchar, nada escrito aún y la mañana empezando a llamarse tarde.
Así que, al menos, amontoné los ramas a un lado, volví a dar vueltas al guiso, subí a ducharme, organicé la ropa y la guardé, bajé a apagar el guiso, llamé a los del seguro, me senté al ordenador y empecé a escribir un texto. En un momento de pausa, pensé en que cuando la gente me cuenta su vida, sus trabajos y sus reuniones, suelen acabar preguntando: “¿Y tú qué haces en todo el día?” A lo que siempre contesto: “¿Yo? Nada”.
También pensé en lo que nos contaban en las clases de redacción, eso de la exposición, nudo y desenlace. Así que tendré que empezar a ir desenlazando cosas.
Pero volviendo a eso de que una cosa lleva a la otra, creo que está bien que sea así. Es cierto que a veces todo parece un caos, pero es que no todo empieza y acaba así de seguido. Esto de tener cosas a medias suele venir justamente de un aprovechamiento del tiempo. Mientras hago esto, se hace lo otro. Ya que subo, voy a llevar tal cosa arriba. Ya que salgo, tiro la basura. Ya que podo aquí, podo allí. Pensando esto me consolé. También pensé en lo que nos contaban en las clases de redacción, eso de la exposición, nudo y desenlace. Así que tendré que empezar a ir desenlazando cosas.
Por lo pronto, voy a poner aquí un fin. Aún tengo media buganvilla y media hiedra por podar, montones de ramas y hojas por recoger, más todo lo que vaya surgiendo, que dudo que sea poco. Como comprenderéis, más rato no puedo estar aquí sentada.
Cuanta razón tienes, no hubiera podido definirlo mejor, eres genial.