El próximo mes de junio, como cada junio, volverán las pruebas de la PAU, más conocidas como selectividad. Volverán a abrir informativos en la televisión y a ser portada de periódicos. Y volverán los nervios a flor de piel para nuestros estudiantes.
No obstante, a escasos meses de que estas pruebas regresen a la primera línea informativa, observamos que, entre la rigurosa selección de obras y autores candidatos a salir en el examen de acceso a la universidad, encontramos dos intrusas; dos entrometidas en una enumeración de autores que merecen que sus nombres resuenen en las aulas.
Carmen Laforet y Laura Esquivel son las escritoras que cargan con el peso de haber usurpado el puesto a dos hombres en esta lista tan selecta. O esto mismo plantean algunos y algunas docentes en forma de pregunta:
“¿Por qué Laura Esquivel y no García Márquez?”
Así lo formulaba una profesora de segundo de bachillerato.
Ante esta pregunta, bajo la mirada hacia la lista y repaso los nombres plasmados en ella: doce; y los vuelvo a contar por si he errado en el contaje: doce. A pesar de ser de letras, las cuentas no me fallan. Los cinco mil alumnos que estudiarán para selectividad en Baleares, de doce autores, solo deberán empollar la obra de dos mujeres.
Y a pesar de la arrolladora evidencia de que se nos han dado las migajas en una lista que representa el baremo de cultura literaria aceptable con el que llegan los y las estudiantes a las universidades, todavía me encuentro con compañeros y compañeras que cuestionan el ínfimo espacio que se nos ha concedido en él, por desgracia, examen más importante de la vida académica de los estudiantes españoles.
Debido a la extensión, a la laboriosidad de las obras y autores, parte del profesorado de Lengua Castellana y Literatura se plantea empezar con la lectura de estas obras en cuarto de la ESO. Recurrimos de nuevo a las matemáticas para evidenciar el horror que supone que, en tres años de educación literaria, solo dos autoras pasarán por los pupitres del alumnado. Ni a una por curso.
Las orejas del lobo asoman tras la coeducación y la inclusión de la perspectiva de género en los curriculums. Está genial explicar a Pardo Bazán en clase, pero en el examen, entrará Clarín. Podemos hacer un proyecto sobre Isabel Allende, pero en el examen caerá García Márquez. Debemos, porque así lo dicta la ley de educación, introducir autoras en nuestras aulas, pero en selectividad sólo saldrán dos autores con ínfimas posibilidades para ellas.
Y no, no se trata de que autor es más importante, se trata de una dinámica de robar espacios. Laura Esquivel no le roba el espacio a García Márquez, de la misma manera que Clarín no le usurpa el puesto a Pardo Bazán. Pero junto con Machado, Valle-Inclán, Lorca, Salinas, Cernuda, Blas de Otero, Ángel González y Eduardo Mendoza, se nos deja claro que el espacio que ocupamos en esta lista, no es un espacio nuestro, es un espacio concedido.
Con solo una lectura de la lista se pone de manifiesto el panorama: una breve pincelada femenina sobre un mar de autores. No obstante, solo me queda acabar con la siguiente reflexión: la nueva generación de profesoras de castellano somos hijas del feminismo, y tenemos nuestra propia lista. En ella están Rosalía de Castro, Concepción Arenal, Cecilia Bohl, Emilia Pardo Bazán, Clara Campoamor, Gloria Fuertes, Ana María Matute, Almudena Grandes o María de Zayas, que son sólo algunas de las numerosas autoras españolas que podrían haberse incluido en el temario de la nueva selectividad.
Lucía López
Lucía, te felicito por la brillante reflexión. Tenemos que empezar a valorarnos nosotras mismas y eso empieza por poner en valor nuestras letras femeninas. Quizá sería algo que se podría trasladar a los claustros con el objetivo de que llegue a más altas instancias…