Aunque ruido de espadas
se escuchara a lo lejos y de lejos
también llegasen las venganzas
ese dios no hablaba
Tampoco mueca suya vimos
cuando el vino se derramó sobre la tierra
ni al perderse la cosecha de grano.
Pero si, aunque no lo viéramos
se ruborizó ese dios cuando algo divino
encontró en el alma humana.
Por Jaume Torres