La Xylella Fastidiosa diezma olivos y acebuches, árboles antaño casi inmortales, capaces de vivir milenios. Esta bacteria también mata a los almendros, incluso más que su atávica sed.
Las flácidas cochinillas algodonosas cubren las chumberas con su cándido manto mortecino. Las laderas del Puig d’en Missa, en Santa Eulalia, lloran lágrimas purpúreas, ofreciendo una visión lastimosa y desoladora. Estos bichos vampirizan las chumberas por toda la isla, desecando las plantas mientras se multiplican en su asquerosa y frenética proliferación.
Los punzantes picudos rojos y negros clavan sus huevos en el corazón de las palmeras soberbias y de las humildes pitreras. Sus larvas famélicas las pudren desde dentro, igualándolas en la muerte.
Las serpientes, venidas para satisfacer los caprichos de jardinería de ricachones horteras, están acabando con las lagartijas; antes había sargantanas por todos lados y ahora apenas se las ve.
Sin olvidar las medusas, portuguesas y no, que a menudo convierten el mar en una repugnante sopa ulcerante.
¿Y qué decir de las tantas malas hierbas foráneas, o de los cangrejos azules, o de las cochinillas de los cítricos, o de la proliferación de mosquitos, o de las bacterias resistentes a los antibióticos, o de los continuos vertidos de las cloacas que arrasan con la flora y la fauna marina?
La pandemia de coronavirus no es más que otro virus venido de lejos. Pero éste ataca directamente a los seres humanos, matando a millones de personas y obligándonos a todos a vivir entre precauciones, restricciones y miedos.
Nos asolan plagas incontables, hasta ahora desconocidas en nuestros lares. Traen destrucción, desolación y muerte.
Ya no se trata de amenazas lejanas o previsiones catastrofistas: las sufrimos en nuestro día a día, aquí en Ibiza, y cada vez van a peor. La espiral maligna parece haberse acelerado de forma irreversible: no nos da tiempo de recuperarnos de un asalto, que otro mazazo nos devuelve al tapete.
Éste es nuestro presente, éste es el mundo que hemos creado con nuestro sistema económico totalmente insostenible y con nuestro estilo de vida demencial.
El escenario desde luego es funesto, casi apocalíptico.
Sin embargo, a no ser que transformemos radical y rápidamente todo nuestro sistema socioeconómico, parece claro que lo peor está por venir: nos acechan las inevitables y catastróficas consecuencias de haber alterado la naturaleza, de haber envenenado la Tierra, que ya se asoma al punto de colapso.
Porque todo indica que sólo estamos al principio del desastre.
çQue el aire será cada vez más ponzoñoso y repleto de virus mortíferos y mutantes.
Que los rayos solares serán más cancerígenos y cegadores.
Que las lluvias serán más ácidas, las inundaciones más torrenciales, las sequías más largas y crueles, los acuíferos más contaminados, más salinizados, más secos.
Que los vientos serán más huracanados, acompañados por tremendos tornados y oleaje destructivo.
Que los incendios serán más incontrolables, explosivos y devastadores.
Que las nubes serán más tóxicas, los vertidos más catastróficos, las montañas e islas flotantes de residuos tóxicos y de plásticos serán más y más gigantescas.
Que los alimentos estarán más contaminados, y que aparecerán nuevas y temibles enfermedades humanas y toda clase de plagas de la flora y la fauna.
¿De verdad queremos vivir en un mundo tan agusanado y enfermo, sofocados por una proliferación verminosa y emponzoñada de patologías horrendas y pútridas?
¿Realmente queremos vivir siempre protegidos por mascarillas y vacunas, sin poder tomar el sol, ni bañarnos en el mar ni mojarnos de lluvia, sin poder comer los frutos de la tierra ni beber el agua ni respirar el aire que nosotros mismos hemos envenenado?
¿Realmente vamos a seguir en esta pulsión autodestructiva hasta alcanzar el suicidio colectivo?
Una cosa está clara: o lo cambiamos todo ya, o nos espera una vida de mierda.
GIANANDREA DI TERLIZZI
Concejal de Unidas Podemos en Sant Joan de Labritja
Enhorabuena por el artículo.
¡Uf!, Gianandrea, veo que has tenido una noche de horribles pesadillas y te has levantado fatal.
Sólo te falta añadir la frase «arrepentíos pecadores, el fin está cerca»
Te aconsejo un buen cafelito con pá amb tomaquet o un pincho de tortilla en el Vista Alegre o en el San Juan para levantarte el ánimo y si te ves muy apurado, siempre tienes un confesionario en la iglesia de enfrente, para que te absuelvan de tus pecados, por si acaso aparece un volcán en cualquiera de las montañas de Sant Joan.
La tierra y la naturaleza están siempre en continuo cambio, con o sin nuestra ayuda y o milagro, el sol sale y se pone cada día.
Lástima que en Sant Joan no haya un aplaudidómetro cómo en el Café del Mar de Sant Antoni pero nunca es tarde y te aconsejo la Punta de Sa Torre, cerca del mamotreto Six Senses, en Cala Xarraca.
Ánimo Gianandrea, que amanece otro día más en el paraíso.
@Xol: ¿realmente piensas que los múltiples problemas socioambientales que tenemos deben ser olvidados a través de unos paseos por la isla y una puesta del sol? Entiendo que el servicio de PSIQUIATRÍA estará colapsado, pero necesitas urgentemente cambiar de medicación y regresar a la REALIDAD.
Marc Tur, veo que no has captado la ironía de mi respuesta a Gianandrea, por un artículo que personalmente considero catastrofista.
En ningún momento le he faltado al respeto a Gianandrea en mi respuesta, algo que tú sí lo haces conmigo, enviándome al psiquiatra, con mayúsculas y sugiriéndome que cambie de medicación.
!Enhorabuena¡ Veo que la radicalidad del que se cree estar en posesión de la verdad absoluta, corre por tus venas. Eso sí, ningún argumento en pro o en contra para rebatir mi respuesta. Es más sencillo caer en el insulto fácil.
En cuanto a Gianandrea, al que no conozco personalmente, se que es concejal por Unidas Podemos en el ayuntamiento de Sant Joan y una bellísima persona y prácticamente el único que le planta cara al PP.
Por mi parte, sólo me queda pedirle perdón a Gianandrea, si cree verdaderamente que lo he ofendido.
Yo veo el vaso medio lleno y él lo ve medio vacío. Sólo son dos puntos de vista diferentes.
Qué tengas un buen día, en el paraíso.
Por no hablar de la plaga de italianos.
Vamos a morir todos.
Toni, menjem-nos sa truja, que la fi del mon vindrà.
I naltros mos morirem, i sa truja quedarà.
Gianandrea, para mí no tienes autoridad moral para denunciar nada. Tocaste poder y ¿qué hiciste?. Aparte de que el primer acto de corrupción es aceptar un cargo para el que no tienes la preparación adecuada.