Diría que no mucha gente lo conoce, pero en nuestra isla, en la zona de Sant Carles, se encuentra uno de los árboles más majestuosos de todo nuestro país, se trata de ‘s’Olivera de n’Espanya’. Dicen que su nombre hace referencia precisamente a que antaño lo consideraban el olivo más grande de España. Hoy en día sabemos que posiblemente exista algún otro ejemplar más longevo (como el olivo de Ulldecona o ‘Sinfo’, el olivo de Traiguera), pero, en cualquier caso, sus más de 10 metros de diámetro en la base de su tronco y su edad, ya milenaria, lo convierten en un auténtico monumento vivo. Este olivo se encuentra incluido desde el año 2001 en el catálogo de árboles singulares de Baleares, una figura de protección creada por el Govern Balear en el año 1991.
Hacía tiempo que no me acercaba a verlo (al menos 5 años), en parte por no molestar a nadie y en parte, creo, porque tenía miedo a lo que podría encontrarme. Cuando este día por fin volví a verlo, se me saltaron las lágrimas… se confirmaban mis peores sospechas. N’Espanya, aunque sigue allí, presenta un aspecto triste y desolador, con gran parte de sus ramas secas y con un decaimiento general muy importante. Todos estos síntomas son compatibles con una de las nuevas plagas que azotan nuestros campos y cultivos, la Xylella fastidiosa. El que sea un poco observador se habrá dado cuenta de la gran cantidad de almendros y olivos ancianos que han ido muriendo en nuestros campos en estos últimos años a manos de esta bacteria.
Por desgracia, actualmente parece no existir ninguna cura efectiva contra este mal. No obstante, la Conselleria de Agricultura ha editado un manual de ‘Buenas Prácticas Agronómicas para la prevención de Xylella Fastidiosa‘. Pues bien, muy a mi pesar, tengo que decir que por lo que pude ver allí, muchas de estas prácticas no se están aplicando, ya que el árbol estaba lleno de ramas muertas sin sanear, el campo se encontraba sin labrar, lleno de malas hierbas… Es cierto que, investigando un poco, he podido ver que la Conselleria tiene publicado desde 2018 un plan para combatir la Xylella en árboles singulares e incluso parece que hay una empresa especializada contratada para hacerle algún tipo de tratamiento curativo mediante endoterapia a este ejemplar. Sea como sea, cuando yo estuve allí, tanto el campo circundante, como el olivo, parecían bastante abandonados.
Hay que decir que el caso de este ejemplar, condenado a vivir en el anonimato, es, como él mismo, muy singular. La propiedad no desea que el árbol sea visitado, por lo que permanece en un campo vallado sin ningún acceso ni indicación. Este hecho, no es necesariamente negativo, ya que garantiza la tranquilidad del ejemplar, aunque por otro lado su menor visibilidad lo hace también más vulnerable al olvido y al abandono. No deja de llamarme la atención cómo el derecho a la propiedad humana se impone a un ser vivo que estaba allí desde mucho antes que todos nosotros, y que ya habrá visto pasar por delante suya diversas civilizaciones (católicos, musulmanes y puede que incluso romanos y fenicios). En todo caso, su aislamiento no nos permite, entre otras cosas, que ni siquiera se haya podido realizar una datación exacta del mismo.
Llamada de atención
En otros lugares hay experiencias muy positivas de cómo poner en valor estos árboles singulares, dándoles al mismo tiempo la visibilidad y el respeto que se merecen. Además, estos proyectos de recuperación, cuidado y puesta en valor generan a su vez recursos para reinvertir en el cuidado de los ejemplares. Algunos buenos ejemplos podrían ser: ‘Sinfo’, el olivo milenario de Traiguera (Castellón), la encina ‘La Terrona’, en Zarza de Montánchez (Cáceres), o el jardín de Olivos milenarios de Lun, en la isla de Pag (Croacia), entre otros. En estos lugares, muchos de ellos amparados por la UE, administraciones y propietarios trabajan conjuntamente para preservar su patrimonio, mostrándolo orgullosos.
Sea como sea, este escrito no pretende ser una crítica destructiva hacia nadie, sino una llamada de atención a todos los actores implicados (propiedad, administraciones…) para intentar salvaguardar entre todos este precioso monumento vivo que tenemos en nuestra isla. Me niego a creer que sea precisamente nuestra generación, con todos los recursos de los que disponemos actualmente, la que tenga que ser testigo de esta crónica de una muerte anunciada de un ser milenario. Por mi parte, he pensado, simplemente, que ya que el árbol no puede hacerlo, alguien debía levantar la voz por él y llamar la atención sobre su situación actual. Espero, pues, que esta llamada de auxilio sirva para remover alguna conciencia y que los que tengan la capacidad en este caso hagan algo al respecto.
Por Joan Mayans Willocquet
(Ingeniero Técnico Agrícola)
Totalment d’ acord..