Dos años bien duros llevamos, para unos más que para otros, para qué nos vamos a engañar. Ya ha llegado el segundo verano desde que el Covid-19 llegó a nuestras vidas, obviamente el sector turístico es el que más ganas y necesidad tenía de una nueva normalidad lo más cercana a la vieja normalidad. Lamentablemente para muchos, la isla sigue estando a medio gas. Pero lo que me lleva aquí es ver cómo la sanidad sigue siendo la gran olvidada. ¿Cómo es posible que siga entrando gente a la isla y no se refuerce el personal? ¿Cómo es posible que se permita que nuestros médicos anden destrozados y desbordados y que no se haga nada?
Ayer mi padre de 82 años se cayó y el pobre ha tenido que pasar la noche en un silla en urgencias porque no hay camas y además sin nadie de la familia con él. Me parece indignante. Y gracias doy a que, aún estando el hospital desbordado, el servicio médico le ha tratado de 10.
¿Y este es el servicio sanitario del que se presume en España? ¡VENGA YA! Este año que si es por el Covid, antes del Covid que si no hay dinero, llevamos mucho años así. Cada año hay a quien lanzar los balones, pero nadie toma medidas. Tenemos un gobierno que se dedica a discutir entre ellos en vez de hacer su trabajo que es velar por la ciudadanía, por si lo hubieran olvidado. Resulta tan sumamente triste y patética la situación política desde hace años en este país que aún se extrañan de que cada vez haya menos votantes. Y seguro que alguno valdrá la pena, pero pasa tan desapercibido…
La isla cuadriplica su población en verano porque “hay que hacer dinero”, pero se ofrece un servicio de pena a muchos niveles. ¡BASTA YA! Sanidad necesita más personal. Seguro que si en el hospital se vendieran copas ya habrían puesto más personal. Ahí lo dejo.
Y solo agradecer a los sanitarios, que aún estando desbordados siguen al pie del cañón y tratan a los pacientes con amor. Y cómo no, a la doctora Karen Vieira y enfermeras quienes trataron a mi padre de diez. Gracias de corazón.
Hola!
Efectivamente, resulta más que vergonzoso que tengamos un servicio de urgencias con infinitas horas de espera y con casos como el de tu padre que se podrían tildar hasta de crueles. Si ya en invierno resultamos pocos los médicos, en verano la situación se desborda, el agotamiento ahoga al personal y los médicos atendemos a los pacientes con la presión del tiempo y con el cansancio pesándonos en los hombros. No voy a hablar de salarios ni de las pésimas retribuciones (último país de Europa en este aspecto), lo que más entristece es la falta de voluntad política de arreglar el problema. El gobierno sabe que los sanitarios siempre van a dar la cara, aunque se enfermen en el intento. Confían en que el
honor y el compromiso de atender bien a los pacientes nos impide hacer una huelga «como dios manda» y así se quedan tan anchos.
Tu frase: «Seguro que si en el hospital se vendieran copas ya habrían puesto más personal.» no puede ser más gráfica. Qué vergüenza de gobierno.
Y dejando este tema atrás, muchas, pero muuuchas gracias por este agradecimiento público. Por detalles como estos y por el cariño y agradecimiento de los pacientes, una sonrisa, una mirada, por eso nada más, todo el esfuerzo vale la pena.
Soy la Dra Karen Viera, y aunque no recuerdo bien a tu papá, me han brotado lágrimas de no haberle podido dar mejor servicio. Me apena, lo siento en el alma.
En mi nombre y en el de mis compañeras y compañeros te agradezco este gesto y esta denuncia pública. Ojalá denunciáramos a diario pero sobre todo ojalá se escucharan vuestras y nuestras quejas!
Karen