Como las tormentas de verano, que se huelen antes de que el cielo rompa, la que se avecina este verano ya puede respirarse en el ambiente. Si Putin y su mortífera cacicada no acaban generando una crisis internacional tan grave que también se lleve por delante nuestra temporada, resulta fácil pronosticar que ésta va a ser de aúpa. Además de padecer una isla completamente saturada durante tres o cuatro meses, probablemente acabemos experimentando el mayor récord de despropósitos registrados hasta ahora.
Publicaba hace unos días Noudiari que, en cuanto las discotecas –y los sucedáneos de ocio diurno que se les equiparan–, anunciaron la fecha de sus fiestas de apertura, las reservas de pernoctaciones se dispararon. No lo dijo cualquiera, sino José María Ramón, creador del motor de reservas Neobookings, que es una empresa ibicenca del sector tecnológico ubicada en Sant Antoni, de la que podemos sentirnos orgullosos. Su herramienta gestiona la mitad de las plazas turísticas de hoteles y apartamentos de la isla; casi nada.
El sector de las discotecas ha anunciado, además, que planea alargar la temporada, abriendo antes y cerrando un poco más tarde de lo habitual, como si esta jugada fuera la panacea para toda la isla. Muy al contrario, la Ibiza de la primavera y el otoño la gozan los turistas repetidores, que conocen nuestro territorio como la palma de su mano, incluso mejor que muchos ibicencos. Es un cliente que persigue la tranquilidad y los chiringuitos de pescado y que, en cuanto aparece la marabunta, huye horrorizado.
La extensión del calendario de fiestas, en consecuencia, no constituye una buena noticia, salvo para sus promotores y algunos hoteleros. Que pregunten, si no, a los restaurantes, comercios y otros negocios ajenos al segmento del ocio, con qué público trabajan mejor. Su respuesta, en esencia, será que los clientes de cuando empieza y acaba la temporada son los buenos. Con la mitad de ellos facturan prácticamente lo mismo y además sin tanto agobio.
Si la pasada temporada, a pesar de las restricciones, ya vimos la tormenta de excesos que se registró en las salas de fiestas al aire libre que abrieron sus puertas, fácilmente podemos prever lo que ocurrirá en un verano sin restricciones. En 2021 actuaron como discotecas puras y duras, con la gente desatada en la pista de baile, cuando solo podían hacerlo como restaurantes y todo el mundo quieto y sentado. De estos abusos dejaron constancia los inspectores/detectives del Consell, en una medida pionera que esperemos continúe este verano por todos los establecimientos.
Me vienen a la memoria esos opening de hace algunos años, cuando determinadas salas de fiestas se saltaban a la torera hasta los horarios de los permisos especiales que les concedían los ayuntamientos, retrasando el cierre durante horas, a pesar de las reiteradas denuncias de la policía local.
Eso en cuanto al sector regulado porque luego tenemos los bajos fondos. El desmadre de las fiestas ilegales en villas puede ser estratosférico y muy probablemente acabarán conectadas las convocatorias legales con las ilegales. Es lo que ha ocurrido en otras temporadas, cuando dj’s y promotores de determinadas fiestas de discotecas las continuaban en cualquier otra lugar, incluso durante días.
El mismo razonamiento puede aplicarse a los taxis pirata, que seguro vendrán en mayor proporción que otros años; los chárter ilegales que saturan la costa y cargan y descargan pasajeros en las playas, pasando por en medio de los alucinados bañistas; las party boat que se organizan clandestinamente con ticketeros ofreciendo plazas por toda la costa, etcétera. Lógicamente, todas estas expectativas atraerán, aun más si cabe, a los delincuentes habituales que se dedican a la droga, la prostitución, los robos, etcétera. Otra vez las urgencias saturadas por drogas, turistas precipitados desde los balcones, accidentes de tráfico…
Si las previsiones que barajan las instituciones y colectivos empresariales nos indican que esta temporada puede ser histórica en todos los sentidos, tanto positivos como negativos, ¿no se requeriría un plan especial que aborde la seguridad, el control, los abusos, la delincuencia y la competencia desleal algo más ambicioso que la falta de iniciativa que por el momento se percibe? ¿La nueva Ley Turística no debería servir para regular y poner freno a los abusos, con sanciones económicas contundentes para los infractores y hasta penales en determinados supuestos?
Ibiza, en los picos de la temporada, carece de la infraestructura policial, sanitaria, de inspección, etcétera, capaz de afrontar con garantías el desembarco de una masa turística que puede llegar a superar de largo a la de residentes. Mientras un porcentaje amplio de los viajeros que vayan llegando sean tranquilos, lo podremos sobrellevar. Sin embargo, si de pronto desembarca una jauría de gente desenfrenada mayor que otras temporadas históricas, tal y como se prevé, se puede armar la gran zapatiesta. Y a todo ello se sumará un gran déficit de plantillas, por la carestía de la viviendo, ahondando aún más en el modelo insostenible de nuestra economía y en la mala imagen proyectada.
Tal vez, a pesar de los previsibles niveles de saturación, el verano acabe discurriendo sin demasiados contratiempos y los negocios logren recuperar parte de lo que han perdido en las dos últimas temporadas. Pero, de no ser así, nadie podrá argumentar que no estábamos avisados. A los residentes, en todo caso, no nos queda mas alternativa que mentalizarnos de la que se nos viene encima, armarnos de paciencia y cruzar los dedos para que finalmente no sea para tanto.
Anda y métete en tu cueva y no salgas hasta finales de octubre, que de agoreros ya tenemos de sobra. Que entre tú colega octogenario y tú no paráis de hacer él ridiculo, Luego si quieres puedes seguir con tu periodismo pseudoecologista de salón. No te olvides por cierto de visitar el restaurante de tu nuevo colega cuando abra y nos das tu opinión en tu negocio que al final vive de lo que tanto criticas. Campeón.
Creo que se van a comer un torrao y eso espero. Gracias por tus artículos. Eres un crack!
El apodo de quins Collons le viene al dedillo al comentarista este de turno.