Nos encontramos en el corazón una campaña electoral en la que los partidos de derechas tienen como único argumento en materia de género la excarcelación de presos por la ley del solo sí es sí. Les hablas de brecha salarial y te salen con los presos excarcelados. Les hablas de conciliación y te salen con los presos excarcelados. Les hablas de que Feijóo tiene un amigo narcotraficante y te salen con los presos excarcelados.
No dejo de darle vueltas porque, verán, tres hombres violaron a una chica en la vía pública. La víctima, que quedó malherida, presentó en el juzgado una versión sólida y creíble, avalada además por el equipo de psicólogos y forenses. Durante el juicio se demostró que los agresores, aparte de mentir al tribunal, le habían robado el móvil a la víctima antes de abandonarla a su suerte. Meses más tarde, dos mujeres que no se conocían denunciaron a un tipo que las violó la misma noche, con pocas horas de diferencia. Para seguir con el horror, en otra ocasión unas cámaras de seguridad grabaron cómo otro individuo asediaba de madrugada a una joven a la que después agredió sexualmente. Todos estos violadores, que rindieron cuentas ante a la justicia, hoy son libres.
Resulta sorprendente que ninguno de esos dirigentes políticos que tanto se preocupan por la protección de las mujeres se hiciese eco en su día de los casos que aquí expongo. No quiero sonar retorcida pero tal vez su indiferencia se deba a que la libertad de estos individuos no guarda relación alguna con la ley del solo sí es sí, puesto que el tribunal, en contra de criterios clínicos y pruebas objetivables, o bien por fallos en la instrucción, decidió absolverlos y mandarlos a casita. Por cierto, uno de ellos violó a otra chica a los pocos días de quedar libre. Nuestros justicieros de saldo también olvidaron comentar ese escándalo.
Pero vamos a no pensar mal. Asumamos que de pronto los partidos de derechas han resuelto abanderar el presunto peligro que corremos las mujeres y se han puesto manos a la obra en la preparación de normativas para garantizar nuestra seguridad. Entonces observamos que allí donde semanas atrás consiguieron el poder, eluden hablar de violencia machista y en ocasiones se niegan a respetar un minuto de silencio por las víctimas de violencia de género. Vaya. Qué curioso. Lo peor es que si echamos un ojo a sus propuestas habrá que exclamar «vaya» de nuevo al observar que poco nos ofrecen, más allá de la promesa de penas eternas tras una violación. Apenas nada referente a la prevención o la educación sexoafectiva, que es la única política que puede reducir el número de agresiones sexuales de forma efectiva y prolongada.
Lo cierto es que para la derecha patria las agresiones sexuales son un arma electoral de cuatro cañones. Con el primero atacan al Ministerio de Igualdad a cuenta de la ley del solo sí es sí. Recordemos que si rechazan esta ley no es porque, por un error en su elaboración, la justicia haya reducido penas a violadores; lo que no les gusta es el consentimiento. ¿Nadie ve una contradicción entre sus ansias por protegernos y su negativa a que solo sea sí cuando decimos que sí? No sé. A mí me suena raro. El segundo cañón dispara a los inmigrantes. En un triple mortal, relacionan inmigración con agresiones sexuales, para lo cual obvian que la gran mayoría de abusos los cometen allegados y familiares de las víctimas, y que casi siempre son españoles. El tercer cañón nos lo disparan directamente a nosotras. Es el disparo del terror sexual, el que nos dibuja un violador detrás de cada esquina porque les viene de perlas que las mujeres vivamos con ese miedo ancestral a no ser violadas. El último cañón va contra todos nosotros. Esa voluntad de mano dura contra el agresor es únicamente una excusa para colarnos políticas de más control y más castigo contra la ciudadanía.
Que hay violadores en las calles es una verdad irrefutable. Las mujeres lo sabemos bien, no necesitamos que nos lo cuente un trasnochado que apesta a testosterona. Si realmente quisiesen acabar con las agresiones sexuales no usarían a las víctimas para alimentar su particular festín de embustes y patrañas, dejarían de lado el discurso catastrofista, condenarían la violencia de género y, desde luego, no se echarían a temblar frente a una ley que dice que solo es sí cuando nosotras decimos sí.
A los violadores castración química o muerte.
A cualquiera tan imbécil para sacar una ley que ( le pongan el nombre que le pongan) está mal redactada, a sabiendas ya que se lo advierten amigos y enemigos, que habría que hacerle?
Nada, porque es político/a y en este país eso significa hagas lo que hagas te vas de rositas.
Gracias por tu artículo, Oti Corona. Si, estos energúmenos quieren las mujeres sumisas y asustadas, y además si son violadas tienen gente de la justicia y de las autoridades que las debieran defender y omiten esa defensa, y lo más grave son algunos políticos que los alientan. SI SOLO ES SI.
¿Se acuerdan de cuando el patriarcado defendia los pinchazos en las discotecas y resultó que ni había pinchazos, ni el patriarcado los defendía?
¿En qué proporción los condenados por violencia de género, esos «allegados y familiares», son extranjeros o nacionalizados desde hace menos de 15 años? Sabes perfectamente que los extranjeros condenados por agresión sexual tienen una sobrerepresentación respecto a la población general, incluso filtrando por nivel económico. La explicación es que si en el país de origen ven mayoritariamente como normal el machismo, pues aquí también son machistas porque las ideas no se cambian automáticamente al cruzar la frontera ni al conseguir la nacionalidad.